Scientifics know that the brain is an apparatus that functions as a machine does. It is
made of neurons, blood vessels that can is visible to the scientist. But the mind is sacred,
untouchable, abstract. The brain is the motor, the mind is the wheel. When the brain and
mind are in accordance, there is mental health, and the individual is in the process of
spiritual growth. When the brain is arrogant about its efficiency, the mind allows the brain
to act, this is what is called “Free Will.” The brain has its parts as already mentioned, but
when there is not harmony between them, the spirit suffers, because it wants cohesiveness
and growth for the soul.
Let us compare a person who has a vice, for example, gambling. The individual’s brain
finds comfort in the flesh excitement to a given game. The spirit is tormenting because it
knows the person is not reasoning and has quiet their voice of their conscience to feel the
flesh call, the intense short-lived pleasure. The individual may be aware of the soul’s stop
sign, but the impulse is stronger than the voice of the subconscious mind, the soul.
The flesh is strong and if the spirit is weak, the soul’s voice is not heard anymore. The
soul retrieves to witness the flesh, and the individual begins to lose precious time to learn
their lessons while living this life. The person ignores and with time, forgets their purpose.
The flesh decays, the spirit struggles, and gives in sadness, and the voice of the soul remains
unheard because the individual’s divinity hides it away to protect it from the person’s
behavior.
Time goes on, the individual loses their finances, family, friends, and they are alone. But
the flesh has overcome the being, and there is no hope. But if the person’s divinity awakes
the spirit, and it controls the flesh, there is hope. The person may be able to achieve their
goals, learn their life lessons, and depart from earth at a given time knowing they fulfill
their purpose in life.
The spirit is triumphant, the body succumbs, and the eternal soul elevate with its divinity
knowing that it was successful when confronting the ugliness of a vice. This situation not
only includes gambling, but alcoholism, drug abuse, sex addiction, and the list goes on.
The truth of the matter is that we are a trinity, body, spirit, and soul. The body is our
shelter, our temple. The soul is our eternal energy that unites us with the celestial plane
with all we do not know from the physical world, and the spirit is pure and the ligament
between the body and the soul. The body is what we know because is tangible, it is labeled
with all its parts, it belongs to mother nature, and it fades away. However, it likes earthly
things, and at times it forgets about its immortality and its responsibilities. It has to keep
itself pure to remain a part of its own trinity, soul, spirit, and itself. All three are divine in
light and wisdom.
LA MENTE ES EL ALMA, EL CEREBRO ES EL CUERPO
Los científicos saben que el cerebro es un aparato que funciona como lo hace una máquina. Está hecho de neuronas, vasos sanguíneos y otros elementos que pueden ser visibles para el científico. Pero la mente es sagrada, intocable, abstracta. El cerebro es el motor, el que guía y manda al cuerpo a proceder con los pensamientos y acciones. Cuando el cerebro y la mente están de acuerdo, hay salud mental y el individuo está en proceso de crecimiento espiritual. Cuando el cerebro es arrogante acerca de su eficiencia, la mente permite que el cerebro actúe, esto es lo que se llama “Libre Albedrío”. El cerebro tiene sus partes, como ya se ha dicho, pero la armonía entre ellas, el espíritu sufre, porque quiere cohesión y crecimiento para el alma.
Comparemos a una persona que tiene un vicio, por ejemplo, el juego. El cerebro del individuo encuentra consuelo en la emoción de la carne ante un juego determinado. El espíritu se atormenta porque sabe que la persona no está razonando y ha acallado la voz de su conciencia para sentir el llamado de la carne, el intenso placer efímero. El individuo puede ser consciente de la señal que le aconseja que ponga un alto a dicho comportamiento que viene del espíritu. Pero el impulso es más fuerte que la voz que sale del subconsciente, la voz del espíritu. El alma observa.
La carne es fuerte y si el espíritu es débil, la voz del alma ya no se escucha. El alma se recupera para presenciar la carne, y el individuo comienza a perder un tiempo precioso para aprender sus lecciones mientras vive esta vida. La persona ignora y con el tiempo, olvida su propósito.
La carne empieza a arruinarse, el espíritu lucha y cede en la tristeza, y la voz del alma permanece sin ser escuchada porque la divinidad del individuo se esconde para proteger el bienestar pasajero que da el vicio.
El tiempo pasa, el individuo pierde sus finanzas, su familia, sus amigos y se queda solo. Pero la carne ha vencido al ser, y no hay esperanza. Mas si la divinidad de la persona despierta el espíritu y controla la carne, hay esperanza. La persona puede ser capaz de lograr su propósito, aprender sus lecciones de vida y partir de la tierra en un momento dado sabiendo que cumple su propósito en la vida.
El espíritu triunfa, el cuerpo sucumbe y el alma eterna se eleva con su divinidad sabiendo que tuvo éxito al enfrentarse a la fealdad de un vicio. Esta situación no solo incluye el juego, sino también el alcoholismo, el abuso de drogas, la adicción al sexo, y la lista continúa.
La verdad del asunto es que somos una trinidad, cuerpo, espíritu y alma. El cuerpo es nuestro refugio, nuestro templo. El alma es nuestra energía eterna que nos une con el infinito con todo lo que no conocemos del mundo físico, y el espíritu es celestial y el ligamento entre el cuerpo y el alma. El cuerpo es lo que conocemos porque es tangible, está etiquetado con todas sus partes, pertenece a la madre naturaleza y se desvanece. Por consiguiente, le gustan las cosas terrenales, y a veces se olvida de su inmortalidad y de sus responsabilidades que tiene que mantener puro para seguir siendo parte de su propia trinidad, alma, espíritu y de sí mismo. Los tres son divinos en luz y sabiduría.